Ante el inminente cierre del plazo para presentar listas de candidatos al Congreso, el próximo lunes 8 de diciembre (día feriado), los principales partidos políticos del país enfrentan uno de los momentos más tensos del calendario electoral. La definición de candidatos ha desatado pugnas internas, cambios inesperados y negociaciones de última hora que podrían modificar el equilibrio de fuerzas en el Congreso para el periodo 2026–2030.
En los partidos tradicionales, las directivas intentan conciliar la presión por renovar sus listas con la necesidad de mantener figuras históricas en posiciones privilegiadas. La disputa por los primeros lugares —clave para asegurar curules— ha provocado roces entre sectores regionales y dirigencias nacionales, así como la salida de varios aspirantes hacia movimientos alternativos.
En el sector de derecha y centroderecha, la falta de consenso para una alianza presidencial ha impactado el armado de las listas legislativas. Algunas colectividades han retrasado la confirmación de candidaturas por desacuerdos en la inclusión de dirigentes con caudal electoral propio, lo que podría fragmentar aún más el bloque de oposición.
La izquierda presenta inconvenientes similares. La reciente separación entre el movimiento de Carlos Caicedo y el Gobierno obligó a recalcular la estrategia legislativa del progresismo. Varios partidos del bloque están ajustando sus listas para evitar divisiones adicionales y asegurar cohesión en un momento de recomposición interna.
El centro político vive una disputa distinta: la competencia por atraer figuras independientes que puedan sumar votación en un electorado cansado de la polarización. Esta estrategia, sin embargo, ha generado tensiones por la asignación de los primeros renglones, en los que se concentra la mayor probabilidad de elección.
El cierre de listas, previsto para los próximos días, se perfila como un termómetro clave para determinar la fortaleza real de cada partido. Lo que allí se defina no solo determinará la conformación del próximo Congreso de la República, sino también las alianzas y estrategias que marcarán la conformación del poder legislativo en los próximos 4 años y seguramente influirán también, de manera importante, en la elección presidencial.
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